China construye sus sueños
Por Obed Pichardo, director de contenidos del Cendoesch
Una brillante reflexión del profesor Juan Bosch (a lo que ya nos tenía acostumbrados), me inspiró a escribir sobre el tema que brevemente abordaré en este escrito.
Haciendo zapping (viendo la tele sin dejar un programa fijo), encontré en la poderosa plataforma streaming de YouTube, la grabación de un discurso dado por Juan Bosch ante la Cámara Americana del Comercio de la República Dominicana a la que fue invitado antes de celebrarse las elecciones nacionales del año 1990, en las que Don Juan se presentaría, que en efecto lo hizo, como candidato presidencial por el Partido de la Liberación Dominicana PLD, organización política fundada por él en 1973 y de la que siempre fue su líder indiscutible.
Tras su ponencia, que parecía más bien una clase de historia, economía, gobernanza y geopolítica mundial, a uno de los presentes se le ocurrió preguntar al autor de la novela “La Mañosa”, su parecer sobre aquel fatídico plan de reforma política y económica implementado por Mijaíl Gorbachov, conocido como “Perestroika”. La curiosidad por la respuesta de Don Juan, agudizó mis sentidos, puesto que aquello que llevó a la debacle a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas URSS, fue algo complejo.
La respuesta del artífice de los dos partidos más poderosos que ha tenido la República Dominicana, fue tan simple, pero tan ilustrativa, que empujó a que mi admiración hacia aquel hombre de inteligencia inmedible, se hiciera aún mayor y es que, el profesor comenzó diciendo: “Eso yo lo venía esperando, porque nosotros en el partido teníamos tres automóviles Lada, dos de ellos fueron comprados y el otro fue un obsequio, se vendía mucho el Lada aquí porque era barato, se vendió mucho en los últimos 12 o 15 años… pero yo empecé a observar, que a esos tres Lada había que mantenerlos casi más tiempo en reparación que en servicio, hasta que llegó un momento en que me dije, bueno, el automóvil Lada es tan malo y tan malo, que solo hay un automóvil en el mundo tan malo como el Lada, y cuando alguien me pregunto ¿Y cuál es ese?, le dije, ¡el Lada! Y eso me describía a mí, una crisis en el país donde hacían el Lada…el Lada fue decayendo y fue decayendo, entonces yo me dije, algo anda mal en la Unión Soviética, porque si cada vez, el Lada que es el automóvil de más uso en la Unión Soviética y el que más se vende fuera de la Unión Soviética, está peor y peor y peor, quiere decir que algo anda mal en las instituciones políticas y por tanto sociales del país. A mí no me sorprendió lo de Gorbachov, no me sorprendió…”
Ésta ilustración de Don Juan, dibujó una especie de esquema que nos permitió convencernos de que una nación con industrias de manufactura automotriz, puede dejarnos ver a través de la calidad de su producto, su debilidad, decadencia o fortaleza económica. Así como la marca de automóviles Lada iba mostrando hacia donde se dirigía la Unión Soviética en términos económicos y sociales, la tecnología automotriz de hoy en día ha ido definiendo, de la misma manera que explicara el ex presidente Juan Bosch, el poder económico de las naciones de oriente y occidente.
En ese sentido, como consecuencia de una agresiva inversión en Investigación y Desarrollo (I+D), la marca de vehículos chinos BYD, se ha convertido en un referente para determinar el indetenible desarrollo económico de la nación asiática, la guerra tecnológica ha llevado a China a convertirse en líder mundial de diseño, producción, precios, calidad y venta de vehículos eléctricos, superando a Tesla, símbolo de poder de la nación que vio nacer a Martin Luther King, pero también ha puesto en graves aprietos a las más reconocidas marcas europeas como BMW y Mercedes Benz, así como también a la emblemática marca japonesa Toyota, que dicho sea de paso, ha rubricado un acuerdo con el poderoso fabricante de automóviles chinos, éstas, entre otras afamadas marcas del mundo automovilístico que han visto mermar sus ventas y por tanto, su producción.
Como habría señalado el Profesor Bosch, el Lada tenía una estrecha relación con la decadencia económica, política, social e institucional de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas URSS, como en efecto lo fue, la otrora segunda potencia del mundo sufrió, al igual que el automóvil fabricado dentro de sus fronteras, un franco deterioro que empujó su disolución. Esa figura retórica, usada por el profesor, nos permite asociar el éxito en calidad y venta, dentro y fuera de China, del automóvil BYD con sus modelos Seal, Tang, U7, U8 y U9 de alto rendimiento, entre otros como Changan, Jetour y Nio, con el crecimiento económico del Gigante Asiático que con audacia y claridad meridiana lidera el Secretario General del Partido Comunista Chino, Xi Jinping.
La implementación de la “reforma y apertura”, impulsada desde 1978 por el presidente chino de entonces Deng Xiaoping, quien afirmaba que, “el desarrollo es la máxima prioridad y que el socialismo no es pobreza”, va encaminando a China a convertirse en la primera potencia del mundo en todos sus aspectos. Mientras la “Perestroika”, que el profesor Juan Bosch asoció con el Lada, significó, por distintas razones, el colapso de la URSS, en el país de la gran muralla, con su “Reforma y Apertura”, se construye el vehículo BYD (Build Your Dreams), espejo del progreso y crecimiento económico sin precedentes de la poderosa nación que “construye sus sueños”.
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