¿Está a tiempo Blinken?
Por Manolo Pichardo.
Durante décadas Estados Unidos «abandonó» -para usar el término que repiten de manera frecuente analistas internacionales- a América Latina. Medio Oriente, y más recientemente el Lejano Oriente, sin olvidar la África de Muamar Gadafi, se convirtió en su foco. ¿La causa? El petróleo y la peligrosa autodeterminación. Pero resulta que, con el avance de la tecnología, otras riquezas subterráneas dieron un giro a los intereses geoeconómicos.
El litio, cobalto y demás «tierras raras» comenzaron a ser clave para la producción de bienes con altos componentes tecnológicos: teléfonos, computadoras, tabletas, autos eléctricos, instrumentos médicos, armas de última generación e incluso piezas destinados al ciberespacio, sin que el petróleo y el gas dejaran de jugar un papel de primer orden, como lo demostraron las sanciones a Rusia y la destrucción de los gasoductos Nord Stream I y II con la consecuente debacle de la economía Alemana y el efecto dominó creado en toda la Unión Europea.
Este nuevo panorama pone en la mira a América Latina; pues sabemos que el triángulo del litio está en nuestro territorio (Argentina, Bolivia y Chile) y que La Española es una cantera de «tierras raras». De ahí que soldados estadounidenses, sin que lo conozca el Congreso ni los ciudadanos, estén en la República Dominicana «ayudando en la exploración», como confesó con desparpajo el presidente Luis Abinader.
El avance tecnológico y la importancia alcanzada por los nuevos minerales convergen con la recomposición geopolítica: nuevas alianzas, como los Brics Plus (Brasil, Rusia, India, China Sudáfrica; más Irán, Egipto, Etiopía, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita) y la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) -China, Rusia, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán-, que plantea nuevos desafíos para el occidente político (EE. UU., Reino Unido, Japón, Sur Corea, Canadá, UE y Australia).
Una larga fila de países quieren ser parte de los Brics, que se han propuesto, por las sanciones a Rusia, desdolarizar su comercio, debido a los riesgos que implica intercambiar y usar como reservas la moneda estadounidense. Por ello ya los medios dan cuenta de que el yuan ha desplazado al euro como la segunda moneda de intercambio comercial por debajo del dólar.
Así las cosas, Argentina, Bolívar, Chile, República Dominicana y Haití, junto a toda América Latina, vuelven al centro de atención de Estados Unidos que busca recomponer antiguas alianzas, que busca devolver la confianza en sus antiguos ¿socios? y quebrar organismos regionales independientes. Por ello el intento de debilitar el SICA a través de su principales órganos -Parlamento Centroamericano, Corte Centroamericana de Justicia y Secretaría General- con la creación de la Alianza para el Desarrollo en Democracia (ADD), integrada por Panamá, República Dominicana y Costa Rica, tres Estados parte del Sistema de Integración Centroamérica.
Las visitas de la general Laura Richardson, jefa del Comando Sur del ejército estadounidense a Latinoamérica entran en esa dinámica, por ello ha manifestado que América Latina es importante para su país, porque allí está el 60% de litio del mundo, porque hay abundante agua, petróleo y otras tierras raras. Ella, sin dar vueltas para ocultar los intereses de Estado Unidos en nuestros países, señaló que esa es la causa por la que ellos han vuelto su mirada hacia LATAM.
La visita de Antony Blinken, se enmarca también en esta dinámica, en esta nueva estrategia estadounidense. La cuestión es que, al parecer, han reaccionado tarde, que la correlación de fuerzas afianza la multipolaridad, que la decadencia del occidente político se evidencia; ya no sólo en los mercados y la producción de bienes, sino que el Sur Global gana espacio en el ámbito de las finanzas con estructuras que van desde bancos de desarrollo hasta sistemas de pago alternativos al Swift, aunque sea de manera lenta.
El jefe de la diplomacia estadounidense vino a la isla de Santo Domingo para dar seguimiento al plan estratégico global de su país, y de paso, a tratar de que el nuestro cargue con la tragedia haitiana bajo el argumento -sin fundamento- del respeto a los derechos humanos de los inmigrantes haitianos, como si olvidara que ellos no admitan haitianos en su territorio, y que cuando logran burlar sus fronteras los cazan como en los peores tiempos de la esclavitud, como lo evidencian imágenes que recorrieron el mundo.
A Blinken y a Estados Unidos se les acabó el tiempo para recuperar la hegemonía. El mundo es multipolar, y China, junto a los países emergentes, es el contrapeso que apuesta a la cooperación sur-sur con una propuesta de ganar-ganar que atrae, unifica y va generando confianza. A ese reto se enfrentan los estadounidenses y sus aliados.
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